Al sur la de Isla del Olvido, bañada por las cálidas aguas del Mar de Libia. A los pies de las Montañas Blancas. Camuflada entre barrancos y ensenadas, se halla La Sfakia. Un lugar de encuentro para quien vaga...







jueves, 24 de marzo de 2011

Entre ser y pretender IV


Y es que nos encontramos, de nuevo, frente a la falaz disyuntiva entre "desarrollo" o "protección", como si ambos términos fueran antagónicos. Sin embargo, la sentencia del TSJE justifica su decisión afirmando que "no existe motivo suficiente para justificar el proyecto, ni su utilidad pública o interés social." Así, se trata, de nuevo, del manido paradigma del desarrollismo. Frente a economías locales deprimidas, frente a altas tasas de paro, qué mejor remedio que la sobreexplotación de los recursos naturales. Qué mejor forma de disimular la falta de oportunidades, la escasez de alternativas, que enarbolando la bandera de un mágico crecimiento, basado en los servicios y las grandes infraestructuras. Campo abierto a la especulación.
En una noticia recogida en el Periódico de Extremadura en 2003, podemos leer " (...) la realidad que aseguran seguir sufriendo agricultores y ganaderos, con precios por las nubes y en contínuo crecimiento, engordados por el imparable movimiento de dinero negro en el sector y por el hecho de que las fincas rústicas se hayan convertido, en este periodo de vacas flacas en la bolsa, en una inversión rentable para personas ajenas al mundo rural. En este escenario, quien realmente sale perjudicado es el pequeño y mediano profesional del campo, que a la hora de alquilar o adquirir una tierra se encuentra con unos precios de mercado elevados de forma artificiosa.
LA ESPECULACION DE LA TIERRA EN EXTREMADURA ( El Periódico Extremadura - 08/08/2003 )

Y es que, cuando el señor Ibarra se felicitaba, en nuestro programa de radio, por ser el impulsor de una demanda judicial, que probablemente llevará a modificar un artículo de un estatuto de autonomía, que atentaba, según él, contra la integridad territorial, ecológica y social de una buena parte del sur peninsular, parecía olvidar su propia gestión. Orgulloso de que el TC, haya aceptado sus honorables razones para enfrentarse a las decisiones de otro gobernantes, el sr. Ibarra nos muestra cómo es posible parecer algo, sin realmente serlo, cómo de fácil puede ser, con el altavoz necesario, presentarse como el defensor de unos valores, de una coherencia, que en la práctica, no se ejerce. Tal vez, como hiciera Carl Sagan alguan vez, debiérmos preguntarnos, quién habla en nuestro nombre, quién habla en el nombre de la Tierra.







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