Al sur la de Isla del Olvido, bañada por las cálidas aguas del Mar de Libia. A los pies de las Montañas Blancas. Camuflada entre barrancos y ensenadas, se halla La Sfakia. Un lugar de encuentro para quien vaga...







sábado, 20 de agosto de 2011

Una noche más



Y vuelven a ser las cinco, y otra vez de madrugada. Despierto, pensando por qué no estoy ya en la cama. Por qué me paso las horas en internet, perdiendo el tiempo, tal vez, como el resto de la semana. Y la respuesta la sé. Intento buscar de noche, la vida que no vivo de día. Una vida que no me satisface, y que no consigo disfrutar como quisiera. En secreto, busco la compañía de mis viejos amigos. Aquéllos que nunca me han conocido. Pero que me sirven, siempre, cuando quiero acercarme a esa parte de mí que anhela el misterio y la alegría, el descubrimiento y joya de vivir. De vivir sobre todas las cosas, de vivir desenfrenadamente y sin mesura. De vivir, ataviado con el desparpajo y la ternura. De vivir, con la hermosura de decir lo que me dé la gana. Y vivir, el color, el sabor y la intensidad del silencio que contempla la luna. De vivir, de vivir en los sueños, en el mar y en la espuma. En la voz de mi cuerpo y la luz de mi alma.

Y hoy me fui con Rubianes, a su África querida. Y paseamos un rato, en el aroma añejo de esa Barceloneta mestiza. Con las golondrinas al fondo, surcando el mar oscuro. Y entonces me contó cómo un buen día abandonó querida Etiopía. Adiós Adís Abeba Adiós.
Adiós Pepe, hasta la próxima. Y adiós a vosotros también, que leéis por casualidad estas palabras sin dueño.









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