Al sur la de Isla del Olvido, bañada por las cálidas aguas del Mar de Libia. A los pies de las Montañas Blancas. Camuflada entre barrancos y ensenadas, se halla La Sfakia. Un lugar de encuentro para quien vaga...







viernes, 30 de marzo de 2012

Dando la cara




Lo mejor de las movilizaciones de ayer fue que la gente hizo suya la calle. Lo de ayer fue mucho más allá de las siglas, mucho más allá de las afinidades, mucho más allá de las pancartas y los lemas. Fue un destello de energía ciudadana, que nadie debería capitalizar. Algo que las distintas organizaciones sociales, incluidos los sindicatos, no pueden pasar por alto.
El protagonismo fue de las cientos de miles de personas que salieron a secundar la huelga, a manifestarse, a reinvindicar y, sobre todo, a dar la cara por un sentimiento, por un anhelo común, el de la justicia social, el de los derechos compartidos, el de una comunidad de mujeres y hombres que quisieron dejar claro, cada a quien a su manera, que no están dispuestos a renunciar, no solo a sus derechos (y al de los demás), sino a la existencia de una sociedad basada en la equidad y un reparto justo de las oportunidades. Un modelo de sociedad que tenga en su centro a las personas.
Lo de ayer fue un grito de esperanza, y también de desesperación. Un aviso de navegantes a quienes llevan el timón de un barco, que parecen empeñados en naufragar.



Por eso necesitamos nuevos referentes, voces que reclamen la calidad cívica que esta sociedad atesora. Tantas veces oculta bajo un manto de mediocridad que, a pesar de todo, no consigue apagar el brillo que late en el interior de las mentes y los corazones.
Hay sed de Verdad, sed de honestidad, sed de honradez, sed de comunión, sed de conciencia, sed de imaginación, sed de generosidad, sed de valentia, sed de cultura. Sed de aquello que puede hacernos más libres, por hacernos mejores. Todo eso existe, está ahí. Y nos reclama, en sutiles señales, inteligencia y decidida apuesta por el bien común.
La calidad se contagia, no solo lo hace el miedo. Sin embargo, al contrario que éste, necesita espacio y luz para fluir. Por eso, sin restarle méritos a quienes, actuando como catalizadores necesarios (e imprescindibles), han permitido la movilización de la gente, deberíamos pedirles que sigan apoyándonos, dándonos cobertura, e incluso actuando con la pedagogía de quien está bregado en los pulsos con el discurso dominante, pero que no traten de apoderarse del impulso. Que no se vayan, que sigan a nuestro lado, pero que dejen ver los rostros de los verdaderos protagonistas de esta Historia. Todas aquellas personas que salimos a la calle, a defender la esperanza compartida de vivir en un mundo mejor.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales